dimecres, 12 de desembre del 2018

Esto es lo que ocurre en su cuerpo a los 30 minutos de beber un refresco de cola


Tiene sed y la garganta seca. Su mano se aferra a la lata helada por la que resbalan unas refrescantes gotitas de agua. 
Quita la anilla y «pshhhh»... listo. 
El líquido burbujeante desciende por su garganta. El gas carbónico le sube a la nariz y suelta unas lágrimas. ¡Está tan buena! Sin embargo...
Unos diez minutos más tarde
Ahora que ha vaciado la lata, debe saber que ha ingerido el equivalente a ¡10 terrones de azúcar! En principio debería vomitar de repulsión, pero el ácido fosfórico que contiene esta bebida gaseosa enmascara el azúcar con un sabor ácido, que provoca una ilusión saciante.
Después de unos veinte minutos
El índice de azúcar en sangre aumenta brutalmente y pone su organismo a prueba. El páncreas se embala y segrega insulina en masa. A pesar de todo, la insulina es vital para el organismo y ella sola es capaz de transformar en grasa el increíble exceso de azúcar en sangre, que el cuerpo tolerará mejor. En efecto, puede almacenar la grasa en forma de incómodos michelines, inofensivos si son provisionales, mientras que la glucosa resulta un veneno mortal cuando se encuentra en altas dosis en la sangre. El hígado es el único capaz de almacenar glucosa, pero su capacidad es muy limitada.
A los treinta minutos
El cuerpo absorbe totalmente la gran cantidad de cafeína que presenta el refresco de cola. Hace que se dilaten las pupilas y que aumente la presión sanguínea.
En ese mismo momento se saturan las reservas de azúcar en el hígado, lo que provoca el rechazo de azúcar en la sangre.
A los tres cuartos de hora
El cuerpo empieza a producir más dopamina. Se trata de una hormona que estimula el "centro del placer" en el cerebro. La heroína produce el mismo efecto.
Ésta no es la única similitud que comparten el azúcar y las drogas. El azúcar también puede provocar dependencia, hasta tal punto que un estudio ha demostrado que el azúcar es más adictivo que la cocaína. No es casualidad que el "adicto" que se dispone a beber su bebida de cola se encuentre tan nervioso como un drogadicto. (3)
Una hora después
Ahora tiene lugar un descenso del nivel de azúcar (hipoglucemia) y la energía, tanto física como mental, cae en picado.
Para evitar esta cadena de catástrofes, cuando se trata de calmar la sed, la única y verdadera solución es beber agua.
¡No soy una planta!
Es difícil empezar a beber agua cuando uno se ha acostumbrado durante años a ingerir bebidas azucaradas o compuestas (café, té, vino, cerveza...). Uno cree que no será capaz de conformarse con el insípido sabor del agua. A menudo pueden escucharse expresiones jocosas como "¡No soy una planta!" o "¡El agua es para los peces!" mientras quien las dice se mete en el cuerpo un refresco. 
En realidad, el mal va más allá de una simple cuestión de sabor. Las personas que se resisten a beber agua son casi siempre las que realmente no tienen sed. Y si no tienen sed es porque no hacen ejercicio físico.
Cuando se ha transpirado de verdad, ya sea en el trabajo o haciendo deporte, beber agua se convierte no sólo en una necesidad, sino en un verdadero placer.
Mi madre nos apuntó a mi hermano y a mí a un club de judo. Éramos cuarenta chavales en una sala municipal de 30 metros cuadrados iluminada con luces de neón, rodeada de tatamis y que únicamente se ventilaba a través de unos ventanucos. Después de un intenso calentamiento en el que teníamos que saltar, correr y hacer series de flexiones y abdominales, el entrenador nos hacía enfrentarnos en combates de pie y en el suelo, para terminar (¡era el mejor momento!) con una gran lucha de "caballitos" en la que nos montábamos sobre la espalda de un compañero y teníamos que tirar al resto.
Al final del entrenamiento, con la cara roja y sudando, corríamos hacia los vestuarios donde se encontraban los grifos, en los lavabos contiguos a los urinarios. Salía agua templada, ¡pero en ese momento nos parecía tan buena! El olor de las letrinas no impedía que todos llenásemos el estómago con aquella delicia. Los que iban con más prisa bebían directamente del grifo, mientras que el resto, más civilizados, formaban un cuenco con las manos y bebían el preciado líquido sin apenas coger aliento. No quiero pensar en la cantidad de microbios que cogíamos durante esta operación.
No recuerdo haber tomado una bebida mejor que el agua de nuestro club.

Fuentes
Fuentes
  1. Dr. Joseph M. Mercola, What Happens to Your Body Within an Hour of Drinking a Coke, 12.01.2008
  2. Coca-Cola une boisson dangereuse et cancérigène, 24.04.2011
  3. Magalie Lenoir,Fuschia Serre, Lauriane Cantin, Serge H. Ahmed, Intense Sweetness Surpasses Cocaine Reward, 1 de agosto de 2007. DOI: 10.1371/journal.pone.0000698


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